¡Coño Mi Jose!... ¡¡¡cuánto tiempo sin venir a verme!!! Qué abandonado me tenías, gavilán. Desde que te han ascendido y trabajas de cuello blanco y corbata pendulona no te acercabas ni a pasar la ITV… pero cuéntame, cuéntame.
Así es como empecé este lunes la consulta, qué alegría, qué alboroto, el Mi Jose con traje rayado diplomático, corbata naranja butano y camisa de YSL (de Yves Saint Lorent no, de Young Single Land –la tierra de los hombres solteros- que lo tenemos divorciado y desbocado)-
El Mi Jose me lo contó todo-todo. Que si estaba de comercial, que si hacía más horas de coche que la zorra de su ex de cama (veo que sigue escocido por las apófisis frontales del verano pasado), que si tiene portátil, tablet y le han perpetrado una Black Berry para tenerlo localizado, etc. etc.
Y tras la sesión de psicoterapia breve, que bien la podíamos haber pasado en la barra de un bar cual viejos amigos, me di cuenta de quién era yo: el Dr. Maño y dónde estaba: en la consulta del Dr. Maño… así que hipocráticamente le pregunté:
- Bueno Mi Jose, Maño Mío, ¿qué te pasa?
- ¡Ay si!... que yo venía por algo de la mano. Me duele la raíz del pulgar de la mano derecha… antes de llegar a la muñeca. Que me duele tanto que me cuesta coger un lápiz, un vaso o incluso abrir un bote de judías verdes… como ahora vivo solo. Y ni te digo lo que jode retorcer la bayeta para quitar las migas de la encimera o darle a la llave para arrancar el coche.
- ¿Y desde cuándo te pasa?...
- Pues llevo unos meses… no te sabría decir pues me empezó poco a poco… que si mi cambio de trabajo, mi nueva soltería y demás. Pues como que todo seguido.
- ¿Y a qué lo atribuyes?
- Pues no caigo… le he echado la culpa a la soltería y los “trabajos manuales” pero no que no me ha mejorado con mi nueva novia. También culpé a los trabajos domésticos que, si bien hace que me duela más, pues tampoco… porque no mejoró en las vacaciones y eso que estuve de hotel y en la casa del pueblo con mis padres… vamos que no pisé la cocina ni sin querer. Así que no se… Dr. Maño… que no se.
- ¿Y hay algo más, además de las tareas domésticas, que te empeore el dolor?
- A ver que piense… y un breve silencio después dijo… ¡pues sí!. Escribir mensajes con la Blackberry.
El Dr. Maño se levantó, tomó cariñosamente de la mano a Mi Jose y, mirándole a los ojos tiernamente, palpó la zona hasta que el gesto de Mi Jose se mudó a la vez que le palpaba la articulación carpometacarpiana del pulgar. El romanticismo se rompió tal cual me mentaba la madre.
Pues Mi Jose… esto podría ser una rizartrosis, que la radiografía nos lo dirá, pero no creo por la edad… que tienes menos años que yo, gavilán. Tampoco parece ser una tenosinovitis D’Quervain porque el Finkelstein es negativo… así que… me temo dos cosas:
Que no has entendido un pijo de lo dicho en el último párrafo.
Que tienes el “síndrome del pulgar de la blackberry”.
¿Pero tanto utilizas el Smartphone para leer los correos?.
Y ahí el Mi Jose me contó la verdad: sí… usaba mucho la Black Berry para los correos, mucho más para el Facebook y lo que le tenía enganchado, pero infinitamente enganchado de verdad, era el Twitter.
Y tras darle unos consejos ergonómicos, unos ejercicios de rehabilitación para la mano y una receta de ibuprofeno (que el hielo no está financiado por la Sanidad Pública) salió de mi consulta… tuiteando lo ocurrido.
Y lo se porque el pip de mi móvil me anunció una actualización, y mientras sacaba mi BB de la funda negra vi en la pantalla: #MiJose “saliendo de la consulta del Dr. Maño diagnóstico síndrome del pulgar de la Black Berry… ya lo decía yo mejor un Samsung Galaxy pero mi empresa es clásica y carrozona”… faltándole 25 caracteres para contarlo tal cual.